Concierto para acordeón y orquesta urbana
La calle suena siempre, a veces mucho, incesante concierto improvisado de personas máquinas animales resaltando sobre la base orquestal de la ciudad.
A veces me concedo el cuestionable privilegio de autoinvitarme al espectáculo, nada menos que como solista. Cuestionable por la dureza de los conciertos. Privilegio… sin duda.